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Cosmética
A pesar de sus beneficios, su uso debe ser adecuado según el tipo de piel y las necesidades específicas de cada paciente para evitar efectos no deseados, como la obstrucción de poros o el empeoramiento de afecciones cutáneas como el acné.
A caballo entre la cosmética tradicional y la medicina, los cosmecéuticos combinan toda una serie de activos innovadores de última generación, formulando ingredientes naturales o sintéticos en formas cosméticas y presentados con aspecto de medicamento.
El ácido ursólico es un compuesto triterpénico pentacíclico. Junto a sus derivados, está presente en numerosas especies vegetales, fundamentalmente de la familia de las labiadas: albahaca, orégano, salvia, tomillo, lavanda, menta, etc. Y generalmente junto a su isómero, el ácido oleanólico.
El bisabolol es un principio activo del aceite esencial de la flor de camomila o manzanilla. Se lo utiliza especialmente para tratamientos de pieles sensibles. Sus propiedades son muchas: suavizante, cicatrizante, calmante, antiinflamatoria, protectora y desensibilizante. De ahí su uso tópico.
Como buen alfa-hidroxiácido, el ácido mandélico posee numerosas aplicaciones en cosmética, especialmente en el tratamiento de imperfecciones de la piel como el acné o la hiperpigmentación. La clave de su acción antienvejecimiento radica en su actividad humectante y exfoliativa.
Con el eje puesto en una nueva tendencia que asoma en el mercado de belleza español, una nota publicada en el diario El Mundo destaca que "conceptos como el detalle, el mimo o la exclusividad se han convertido en el buque insignia de la innovación estética actual".