Símbolo de vida, el sol ha ejercido a lo largo de la historia una fascinación extraordinaria en el hombre.
En sólo unas cuantas generaciones la cultura occidental ha pasado de huir de los rayos solares a exponerse a ellos sin medida, por un ideal de belleza que considera atractiva la piel bronceada por el sol.
Millones de individuos al llegar las vacaciones aprovechan esos pocos días absorbiendo sol hasta el último segundo, y en la mayoría de los casos sin haber tenido contacto previo con los rayos solares durante el año.
Asimismo, no siempre estos individuos recurren al uso de protectores solares y mucho menos a emplearlos de forma correcta.