Los baños de heno (hay bath) se han aplicado con éxito desde hace más de cien años.
Sus efectos positivos fueron descubiertos por los granjeros que trabajaban en las praderas alpinas, especialmente en el norte de Italia.
Ya a principios del siglo 20, los baños de heno eran considerados tratamientos naturales para aliviar dolores reumáticos, de cadera y de espalda, tortícolis, contracciones y calambres musculares, neuritis, ciática, sinovitis, rigidez articular y obesidad.
La terapia, conocida también como fitobalneoterapia, era usada por los campesinos que, para templar el cuerpo después de las duras fatigas de la jornada, descansaban y dormìan sobre el heno cortado.