Es difícil aislar la piel de los perjuicios que provocan, además del tabaco otros factores externos como el sol, alcohol, higiene de vida (luz artificial, comidas abundantes, trasnochar).
Por vía interna, el tabaco actúa provocando una vasoconstricción de los pequeños vasos de la dermis, por lo tanto la circulación de la sangre se ve entorpecida, con menor nivel de oxígeno y se deshidrata más.
Es una piel que sufre, por lo tanto, se vuelve más frágil, opaca, grisácea, a veces afectada por cuperosis.