Nuestro hombre cumple todas las mañanas un rito (salvo que se deje la barba), que es el de rasurarse. Habitualmente no hay problemas, pero siempre hay un pero…
Se mira al espejo y piensa que esta rutinaria rasurada le trae inconvenientes, pues apenas le crece la barba, tiene partes donde se ven unas vesículas amarillas que pican y resultan antiestéticas. Y siempre le sucede lo mismo, parece un problema sin soluciòn.