Este enfoque holístico del masaje es propio de la medicina tibetana, que entiende el cuerpo no sólo como un plano físico, sino también energético y espiritual.
Técnicas de manipulación

Suave, lento y profundo: tres conceptos que caracterizan y definen a este milenario masaje.
Las técnicas de manipulación que emplea incluyen frotamientos y/o amasados, sutiles estiramientos en camilla y diversas fricciones con la punta de los dedos, palma, nudillos y codos en zonas musculares, líneas y puntos de energía.
Además, aplica profundos movimientos circulares a puntos de acupresión y un interesante trabajo sobre los músculos con presiones y estiramientos simultáneos.
Tiene un particular uso del aceite, que se emplea en cantidades muy precisas. Y que no sólo actúa como lubricante, sino que ayuda a mantener el elemento aire equilibrado.
Placer y eficacia

El masaje tibetano reúne dos características esenciales: es sumamente placentero, ya que consigue un estado único de relajación, pero también es altamente efectivo.
Es decir, trabaja eficazmente y sin dolor grupos musculares en tensión, puntos y líneas de presión que estimulan el bienestar orgánico y devuelven elasticidad y equilibrio al cuerpo.
Básicamente, se practica para aliviar contracturas profundas, dolores musculares y articulares, tratar problemas comunes de salud, como ser de tipo digestivos, o debilidad generalizada.
Tradicionalmente, se lo ha empleado para tratar una serie de disturbios relacionados con el elemento aire. Entre ellos, por ejemplo, cefaleas tensionales, palpitaciones del corazón, sangrado, trastornos menstruales, estreñimiento, ciática y dolor lumbar.

Pero también se lo utiliza como una terapia con efectos relajantes y revitalizantes.
Ya sea con fines terapéuticos como de relajación, la aplicación del masaje tibetano produce una serie de beneficios, tanto para la salud como para el bienestar general.
Entre otros resultados: mejora en la tasa de metabolismo, sueño más reparador, mayores niveles de energía, mejor apetito y estado de ánimo elevado.