En el universo de la dermocosmética, un término ha ganado protagonismo en la última década: cosmeceútica.
Este concepto, que une las palabras cosmética y farmacéutica, describe productos diseñados no solo para embellecer la piel, sino también para producir cambios fisiológicos comprobables gracias a la incorporación de principios activos con aval científico.
A diferencia de los cosméticos convencionales, que actúan principalmente a nivel superficial, los cosmecéuticos se formulan para penetrar en capas más profundas de la epidermis y, en algunos casos, llegar a la dermis, donde pueden influir en procesos como la síntesis de colágeno, la regeneración celular o la neutralización de radicales libres.
Una categoría sin estatus legal propio
Aunque el término es ampliamente usado en la industria y en dermatología, en la mayoría de los países no existe una clasificación regulatoria específica para los cosmecéuticos.