Rigor científico
El tratamiento no busca provocar una sensación general de frío. “Una ducha resulta más paralizante”, detalla Ana Bilbao.
Lo que se pretende es ‘engañar’ al cerebro para que se ponga en estado de alerta y genere un gran número de endorfinas, las llamadas hormonas de la felicidad, a las que se atribuye un alto poder antiinflamatorio, analgésico, estimulante e incluso antidepresivo.
“Todo esto está demostrado científicamente en Polonia, Rusia y Ucrania”, detalla Bilbao, quien asegura que gracias a la crioterapia alguno de sus clientes ha llegado a dejar de consumir la morfina que tomaba para calmar sus dolores.

El especialista en Medicina Interna Ricardo Franco tiene serias dudas sobre la eficacia del sistema. “Por debajo de los 34 grados -explica-, el cuerpo entra en una hipotermia, que si no está controlada te puede llevar a la muerte. Determinadas especialidades utilizan esta técnica para evitar que, en una cirugía, la zona en la que estás trabajando se te llene de sangre. Cuesta creerse todo esto que se cuenta sobre la criogénica”, apostilla.
El frío se viene utilizando en Medicina desde los tiempos de Hipócrates, que vivió entre los siglos quinto y cuarto antes de nuestra era. El histórico galeno griego, ‘padre’ de la Medicina, utilizaba el hielo para reducir las hemorragias y proporcionar analgesia a los soldados heridos, siguiendo la tradición iniciada por los egipcios en el año 2500 aC.
En la actualidad, la traumatología, la oncología y la cardiología figuran entre las especialidades que más recurren al uso de la hipotermia, aunque quizá sea la dermatología la que más utiliza tanto el frío como el calor como herramientas terapéuticas.
Para quitar rollos

Lo más común, según explica la dermatóloga Nerea Landa, especialista de Dermitek , es el uso de nitrógeno líquido a 196 grados bajo cero para la quema de verrugas, lesiones en la piel y pequeños tumores.
Más reciente es la técnica de la criolipolisis, que permite eliminar hasta un 25% de la grasa de los rollos sin necesidad de recurrir a una liposucción. Es un aparato que succiona el rollo y destruye las células adiposas con frío a 13 grados bajo cero. “La criogenización tiene sentido. El frío es un antiinflamatorio muy conocido”, valora la especialista.
Comparte esa misma opinión la médico del club de fútbol Eibar, Ostaiska Egia, que utiliza el frío tanto para tratar lesiones agudas como por su capacidad de analgesia.
En todos los deportes es común la aplicación de una bolsa de hielo sobre una rotura, pues alivia la sensación de dolor.
A los jugadores cuya salud vigila, después de entrenamientos fuertes o de algunos partidos, Egia les ofrece la posibilidad de sumergirse durante “tres o cinco minutos” en agua con hielo, que les cubre hasta la altura de la entrepierna.

El médico del Athletic, Josean Lekue, comparte los beneficios que aportan las terapias de frío, pero tiene serias dudas sobre las hipotéticas ventajas de las saunas criogénicas.
“Me parece que están bien, pero deben entenderse como una oferta de ocio, más cercana a los servicios que puede ofrecerte un balneario que a los de la medicina deportiva”, defiende.
Inmersiones controladas en agua a 15 grados bajo cero, bolsas de gel y manguitos de criopresoterapia favorecen, según explica, la recuperación muscular de los deportistas de élite. A partir de ahí, añade, no todo vale para el deporte profesional.
“Hay poca evidencia científica sobre la reacción que puede activar en el sistema vascular el enfriamiento superficial de la piel”, sentencia.
El sauna criogénico está de moda, pero quizás algunas preguntas, desde el punto de vista científico, todavía no tienen respuesta.
Fuente: Hoy.es