Se puede utilizar solo o combinado con un aceite esencial.
Ayuda a conservar la juventud de las capas superiores de la epidermis previniendo, al mismo tiempo, la descamación.
Es eficaz en los procesos de alergia, hidrata y reafirma la piel.
Aceite de Argán

Hasta hace pocos años era considerado exótico y difícil de encontrar. Sólo se cultiva en una remota región del norte de África, entre Marruecos y Argelia, que ha sido declarada Patrimonio de la Biósfera.
Con las semillas de argán se fabrican, también, jabones y ungüentos.
El aceite deja la piel suave, tersa y joven. Combate las arrugas profundas, el desgaste producido por la climatología extrema (viento, frío o sol) e, incluso, por condiciones de vida poco adecuadas (ocio nocturno, tabaco, alcohol o mala alimentación).
Sirve para las quemaduras y las contracturas.
El auténtico es biológico, respetuoso con la naturaleza, sostenible y emplea a mano de obra local con salarios justos.
Aceite de jojoba y palta

El de jojaba se extrae por presión en frío de las semillas del árbol homónimo. Oriundo de América, se utiliza, además, para desmaquillar y para el pelo.
Es uno de los mejores aceites naturales para el cuerpo ya que no deja grasa y equilibra todas las pieles, desde las más secas hasta las que sufren de acné.
El de palta es mucho más espeso y nutritivo. Como el fruto del que procede, es rico en vitamina E y, por tanto, apto para pieles desvitalizadas en extremo.
Aceites esenciales y perfumados

Este tipo de productos, salvo excepciones, rara vez se utilizan de forma pura en los tratamientos cosméticos.
Suelen ir combinados con otros aceites de base (palta, girasol, germen de trigo, almendra, etc.) para conseguir el efecto deseado.
Lo mejor es que puede utilizarse más de uno, dos o tres, según las necesidades o estado de ánimo.
Los aceites naturales para el cuerpo no solo son un placer para los sentidos, además, son más eficaces que la mayoría de las cremas corporales que hay en el mercado. De forma tópica no tienen contraindicaciones.