Entre más azúcar se consuma se producirán, al mismo tiempo, más AGEs; lo que significa, obviamente, más proteínas dañadas, precisamente las que ayudan a mantener la firmeza cutánea.
¿Qué ocurre cuando una proteína es dañada?

La glicación daña el colágeno y la elastina, las proteínas que, desde adentro, mantienen la piel firme, lisa y sin arrugas.
Una vez que la proteína fue dañada, el colágeno y la elastina se rompen y se desconectan.
Ello ocasiona que aparezcan líneas finas, arrugas y flacidez en la piel.
Estos efectos comienzan usualmente a los 35 años de edad, incrementándose rápidamente.
Por otra parte, el colágeno glicosilado también puede formar estructuras compuestas que limitan los procesos de reparación y mantenimiento cutáneos.
Cuando esto ocurre, la piel luce y se siente menos flexible y más propensa a la aparición de arrugas.
Las AGEs inactivan las enzimas antioxidantes, haciendo que la piel sea más vulnerable. Por ejemplo, al daño provocado por los efectos del sol.
¿Cómo se puede revertir el daño que causa el azúcar?

Una forma de revertir el daño que causa el azúcar en la piel es facilitar la producción de colágeno, utilizando, por ejemplo, productos que contengan retinoides.
Asimismo, y para reducir la producción de AGEs, también se debe reducir la cantidad de azúcar que se consuma.
Respecto a la alimentación, se debe procurar tener una dieta baja en carbohidratos o bien optar por el consumo de granos enteros y arroz integral.
Estos alimentos liberan el azúcar lentamente, lo cual reduce la tasa de glicación y mantiene la piel sana.
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Fuente: Pond´s México