El origen de la permanente se remonta a 1906, cuando el peluquero alemán Karl Ludwing Nessler (que se hacía llamar Charles Nessler, pronunciándose Nestlé) patentó un proceso para rizar el cabello de forma duradera.
Lo pudo conseguir luego de varios años de hacer diversas pruebas, cuando experimentó con el uso de álcalis fuertes y cilindros calentados eléctricamente para enrollar el cabello en espiral y calentarlo a altas temperaturas.