Narciso el bello, joven de la mitología griega, estando enamorado de su propio reflejo en el agua y absorto en su propia contemplación, no pudo evitar el arrojarse al agua para no separarse de su imagen.
Un ejemplo de vanidad llevada al extremo que no difiere del amor que muchas se profesan a sí mismas en las redes sociales, colgando selfie tras selfie, atrapadas por el reflejo de su propia imagen en la cámara interior del teléfono.
Pero, si Narciso acabó ahogándose, el destino que les espera a las que abusan de esta práctica sin control tampoco es bueno: las selfies pueden acelerar el proceso de envejecimiento.